LA PAZ SEA CONTIGO(peace unto you)
PAZ…
…¡qué palabra tan dulce y relajante!
La paz es algo que el alma humana anhela y por la cual suspira. Millones de personas la buscan pero parecen estar a millones de kilómetros de ella. Las riquezas no pueden comprar la paz; tampoco con la sabiduría se puede encontrar ni la fama puede seducirla.
Quizás tú también estés buscando la paz, pero sin mucho éxito.
¿Cuántas veces, por culpa de no tener esa paz, habrás echado tu frustración sobre los demás o incluso hayas pensado en quitarte la vida?
Quizás la estés intentando encontrar a través de las drogas, pero está comprobado que cuando se pasan sus efectos, esa supuesta paz se desvanece.
Algunos prueban con el yoga o la meditación trascendental. Recientemente sin embargo, un estudio médico realizado en personas que habían estado practicando meditación transcendental durante más de dieciocho meses, mostraron sufrir el doble de trastornos psicológicos que quienes no la habían practicado.
Algunos intentan evadirse viviendo como ermitaños, aislados, sólo para ver que la causa de su inquietud no se halla tanto en los demás como en ellos mismos. El apartarse del mundo sólo les ha enfrentado cara a cara con la corrupción de su propia naturaleza.
¿Cuál es el propósito de la vida, si no podemos encontrar paz y serenidad frente a nuestros problemas cotidianos?
La razón por la que te ofrecemos este folleto es que queremos presentarte al Único que te puede dar paz auténtica y duradera. Él dice: “La paz os dejo. Mi paz os doy…no se turbe vuestro corazón, ni tengáis miedo.” Estas no son sólo palabras huecas, sino las palabras de Aquel que dio su vida para demostrarte que te ama y se preocupa por tu bienestar.
Nadie puede darte paz, excepto quien la tiene en sí mismo.
Hay Alguien que la tiene y que promete dártela: le llaman el Príncipe de Paz y se llama Jesús.
Sí,…seguramente digas: “pero Jesús no es real ¿cómo puedo recibir algo de alguien a quien no puedo ver?” Si Jesús fuese real para ti, ya tendrías esa paz. El motivo de que Jesús no sea real para ti es que hay algo que te separa de Él y de la paz que quiere darte; ese ‘algo’ es tu propio pecado.
En lo más profundo de nuestros corazones todos sabemos lo que es bueno y lo que es malo, y cuando ignoramos esa voz de la conciencia que nos dice que no hagamos ciertas cosas, en realidad estamos haciendo oídos sordos a la voz de quien quiere darnos Su paz.
Sólo piensa un poco en las citas siguientes:
“Si tan sólo hubieras prestado atención a mis órdenes, tu paz habría sido como un río, y tu rectitud ‘como las olas del mar'”.
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda injusticia.”
Ahora depende de ti.
Si quieres paz, lo que tienes que hacer es arrepentirte de todo lo que sabes que has hecho mal en tu vida y pedirle a Jesús que te perdone. Él sí que lo puede hacer, y está dispuesto a perdonarte cualquier pecado que hayas cometido, porque él dio su vida en la Cruz para soportar el castigo por tus pecados y los míos. Después, resuelve en tu vida el obedecer a Dios en todo lo que él te pueda pedir.
Si haces esto, encontrarás la paz verdadera que sobrepasará tu entendimiento, que inundará todo tu ser y que nunca te dejará. Verás cómo Jesús, el Príncipe de Paz, será real para ti cuando tu pecado sea eliminado…y es que la paz y la liberación del pecado y de la enfermedad vienen siempre de la mano unidas. Jesús sufrió y murió en la Cruz, no sólo para salvarnos del pecado, sino también de todos nuestros males y enfermedades.
Él te dará no solo paz a tu alma y el perdón por tus pecados cuando le recibas como tu señor y Salvador: también sanará tu cuerpo. El Rey David, quien tuvo esta experiencia, cantaba: “Bendice, alma mía, a Jehová, y no olvides ninguno de sus beneficios. Él es quien perdona todas tus maldades, el que sana todas tus dolencias.”
Ten por seguro que cuando te encuentres con el Príncipe de Paz, con Jesús, y recibas su paz, simplemente se esfumará de tu corazón todo miedo, preocupación y tormento. Y además, con tu vida podrás dar algo de paz y serenidad a un mundo desgarrado por la guerra y el odio.
ORACIÓN:
“Señor Jesús, tú eres el Príncipe de Paz, y yo necesito tu paz. Sé que mi pecado me separa de Ti Por favor, perdona mis pecados y lava mi corazón pecaminoso con tu preciosa sangre. Hoy yo te acepto como mi Dios y mi Salvador. Estoy listo para hacer lo que me digas, pero por favor ayúdame. Sáname Señor y dame Tu paz. Amén.”
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